Supongamos que dejamos caer un chorro de un líquido viscoso sobre una superficie inclinada (bañada en el mismo líquido viscoso previamente). Debido al movimiento que se genera del fluido, la superficie se vuelve más líquida y el chorro resbala, devolviendo otro chorro ascendente. Este chorro que sale disparado hacia arriba tiende a combinarse con el que estaba cayendo. Esto que acabamos de describir es el efecto Kaye.
Este efecto se da en fluidos tixotrópicos o con viscosidad variable como lo son el, barro, shampú, miel, jabón de mano, pinturas, etc. Estas sustancias son también conocidas como no-newtonianos. El fluido tixotrópico al encontrarse en reposo contará con cierta viscosidad pero si golpeas lentamente su viscosidad disminuye en contraste con pegarle, que se hace duro.
Entender este fenómeno de los fluidos no-newtonianos es importante cuando se extrae o transporta petróleo o algún líquido orgánico como es la sangre.
Para este efecto se puede diseñar un dispositivo bien sencillo que consiste básicamente en lo que sale en la figura 1. Hay que poner un recipiente a 20 o 30 cm de altura lleno de líquido viscoso. Este recipiente tendrá un pequeño tapón que al sacar deja caer un chorro sobre una superficie inclinada que ya se encuentra previamente mojado de fluido por una propia bomba que se lo genera. Al pasar el rato de caer chorro debería dispararse un chorro hacia arriba. Todo el líquido caerá sobre un colector para así reutilizar el fluido.

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